martes, 5 de enero de 2010

Autoestima

Algunas personas aparentemente lo tienen todo: belleza, inteligencia, dinero, capacidades, salud, buenas relaciones, pero no están satisfechas consigo mismas e, incluso, parecen envidiar a los demás.
En cambio otras, a quienes la vida o la genética, les ha sonreído mucho menos y parecen haberle negado o entregado con cuentagotas la mayoría de las cualidades y atributos de otra gente afortunada, parecen sentirse felices a gusto "dentro de su propia piel" y orgullosas de la marcha de su vida y obra.
La diferencia entre unas y otras no radica en las propias personas, ni en sus luces y sombras, sino en la imagen que les devuelve el espejo donde se miran: la percepción que tienen de sí mismas. Algunas apenas se valoran o, directamente, se detestan a sí mismas, mientras que otras se quieren mucho, quizás demasiado.
"El sentimiento de aceptación y amor hacia uno mismo, va unido al sentimiento de competencia y valía personal. La idea que una persona tiene de sí, la percepción que tenemos de nosotros. Ese es el núcleo central de la personalidad y determina la conducta".
"El "amor propio" o cariño a uno mismo es el "motor" de la persona, lo que la impulsa a seguir adelante y motiva a conseguir lo que nos proponemos. Es un sentimiento positivo, generador de confianza y entusiasmo, que contribuye a la realización, felicidad y éxito personal y social de todo individuo".
"Algunas personas parecen quererse "en exceso", incurriendo a menudo en la prepotencia, aunque esta actitud suele ser en realidad una "máscara" que adoptan para encubrir el poco aprecio que sienten por ellos mismos".
Quien agrega que la excesiva complacencia al considerar las facultades y obras propias se relaciona con conductas negativas, como el egocentrismo o exaltación exagerada de la propia personalidad, la vanidad, el egoísmo, la ambición desmedida, la temeridad, los delirios de grandeza o el perfeccionismo a ultranza.
"Se trata de ese tipo de personas que siempre tienen razón, son los mejores y consideran incompetentes a los demás".
Pero lo más frecuente es que la autovaloración flaquee, causando desde sentimientos de inferioridad y limitaciones hasta desarreglos psicoemocionales y conductas desadaptadas.
"Pese a contar con un ambiente favorable y no tener trabas ni enemigos para conseguir lo que quieren, muchas personas se sienten infelices y se castigan privándose de oportunidades".
Ese tipo de personas ensalzan las virtudes ajenas y perdonan a los demás los errores y defectos, pero son injustas y exigentes con ellas mismas. Esta conducta produce una profunda amargura que conduce hacia la depresión y la neurosis. Las energías de la persona no funcionan aliadas para demostrar sus aptitudes, porque una parte de su conciencia funciona como enemigo interior.
"Quien no se considera digno de cariño y sin cualidades se siente culpable, con inseguridad y vergüenza y mira hacia su entorno con pesimismo".
"Quererse implica aceptar los propios defectos, fracasos y decepciones, mostrándose indulgente con uno mismo. También significa otorgarse la aprobación que se necesita en vez de necesitar constantemente la aprobación de los demás, y disfrutar de los mismos derechos "que concedo a los otros", continuará…
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